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martes, 19 de julio de 2011

TERRAZAS DE BARES Y PROPAGANDA CONTRA VECINOS.

De 2011 NHT blog - TOLEDO - CUBA plaza - Terrazas bar Vecinos


Terrazas de bares en la plaza de Cuba.
Sobre la propaganda de los hosteleros contra los vecinos.
Por Hilario ALARCÓN.

Quien olvida su historia está condenado a repetirla: “Mediamos dentro de los pisos y nos subía un cosquilleo por los pies del tremendo ruido que procedía de los locales y de la plaza”, así declaraba ante el juez un agente de la Guardia Civil que hizo mediciones de sonido en la zona de la plaza de Cuba en el barrio de Santa Teresa, Toledo.

Durante más de diez años los vecinos de esta plaza fueron torturados en su descanso, sacrificados a una cosa llamada interés hostelero, y ninguneados por una ruidosa callada municipal. Durante años soportaron la actitud desafiante de unos bares que con sonrisa burlona se sabían amparados por el aturdimiento del alcalde o del concejal de turno. Durante los primeros y largos años, en la zona de Toledo con mayor cantidad de bares por metro de acera, la artimaña para eludir los controles municipales bajando el volumen de la música del bar cuando los policías se acercaban y subiéndola cuando se alejaban fue tan uso común empresarial en esa plaza como para los mozos pamplonicas sortear a los toros en los encierros de San Fermín.

Solo las víctimas tachadas de intolerantes, los vecinos, se quejaron, mientras los concejales miraron hacia otro lado, seguramente mientras bebían una cerveza tras otra en esa misma plaza. Solo los vecinos llevaron a los bares a los tribunales por infringir leyes y ordenanzas, el resto hizo mutis. Solo los vecinos consiguieron penas judiciales contra los empresarios antisociales, pero aquí, la Asociación de Hostelería de Toledo, después de diez años de silencio cómplice, recuperó la voz para decir que era una barbaridad llevar a un honrado empresario a la cárcel solo por emitir algunos ruidos más de la cuenta (sobre los 3.650 días de daños a los vecinos continuó su silencio). En el año 2009 no opinaron así un intolerante fiscal que pidió 4 años de cárcel y 100.000 € de multa a algunos hosteleros de la plaza, ni un intolerante juez que condenó por delito de lesiones a 18 meses de prisión y 33.000 € a los infractores.

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Con estos antecedentes, en estos días de julio de 2011, los bares de la plaza de Cuba tachan de fanáticos a los vecinos, a las víctimas. La actual propaganda hostelera, escudada en el olvido provocado por el paso de los meses, proclama que ésta es otra realidad, que estos son nuevos tiempos con nuevas necesidades empresariales, y que ya no tiene sentido la prohibición a la instalación de terrazas de bares en la plaza. Las tácticas de los hosteleros son rancias: niegan las molestias o que las molestias sean su problema, tachan de quejicas o de intransigentes a las víctimas, maniobran y fomentan cualquier mínima división vecinal, y presionan al Ayuntamiento con argumentos de caja registradora y de despidos de trabajadores.

Los vecinos ven su barrio como el espacio urbano donde está su hogar. Los hosteleros ven las calles y plazas como centros comerciales donde hacer negocio. Ambos tienen intereses legítimos, pero hay defensas de intereses más legítimas que otras. La sórdida propaganda de los hosteleros señalando y demonizando a los vecinos es un cruel cinismo que parece buscar el linchamiento social de los que fueron y pueden volver a ser víctimas de las molestias que provoca su sector durante años y años.

La situación necesita sosiego social y objetividad jurídica. El Ayuntamiento debe tomar la iniciativa para proteger a la parte agredida, debe tomar la iniciativa para acabar con la propaganda indigna contra los vecinos, debe tomar la iniciativa para resolver con serenidad un conflicto social creado solo por los hosteleros, y debe aplicar cuanto antes de forma objetiva y escrupulosa la ley y las ordenanzas vigentes sin aceptar presiones de ningún tipo. Decían los antiguos romanos que la justicia es dar a cada uno a lo que tiene derecho. Están bien las calles con negocios, pero no que las calles sean el negocio.

Hilario ALARCON.