ARTISTAS CALLEJEROS. Por Jaime CUCO. Parece ser que, mientras el Ayuntamiento estaba en sus obras, bastantes ciudadanos lo veían con claridad y se hacían apuestas.
Era seguro que iba a aparecer la primera pintada callejera en los impolutos muros del recién inaugurado paseo del Miradero, la cuestión solo era el cuándo. Aumentaron las apuestas a favor de la aparición de estas muestras de artesanía grafica callejera cuando apenas abierta de nuevo la plaza, una banda vinculada al movimiento “skate” se apoderó de la zona del arco del paseo para practicar piruetas con sus monopatines.
No se puede probar que estos saludables chicos –algunos de muy buenas familias toledanas- sean orgullosos autores de esos graffitis que tanto abundan y tanto alegran, pero parece ser que existe un –seguramente injusto- binomio entre las zonas de bandas, botellón y pastillas con las zonas decoradas con esas bellas pintadas callejeras –como en la zona del muro del Archivo Municipal en la Plaza El Salvador- que tanto necesita esta ciudad y sus habitantes.
Ya se sabe que al final, y a pesar del orgullo irreductible del pintor por su linda obra, la valoración de una actuación artística depende de la subjetividad del espectador que la contempla. Contemplen pues, como si estuvieran en un museo Guggenheim al aire libre, el resultado gráfico de la bella inspiración de los artistas callejeros en el Paseo del Miradero. No deja indiferente, sobre todo cuando se sabe que el Ayuntamiento valora la desaparición de estos graffitis en treinta mil euros -30.000 €-.
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